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El Atrapasueños (Leyenda Lakhota )

¿Sabes de dónde vienen los atrapa sueños o también llamados atrapa pesadillas que cuelgas sobre tu cama? Hoy voy a contarte una leyenda antigua proveniente del pueblo Lakhota, gente de gran sabiduría y a quienes debemos el regalo del magnífico atrapasueños. Pero antes debes saber que los Lakhota son parte de la tribu Sioux. Con el tiempo y la llegada de los colonos europeos se convirtieron en un pueblo nómada que llegó a ocupar los estados americanos de Minnesota, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nebraska y Wyoming. Estaban divididos en dos grandes grupos, los Dakota y los Lakhota, estos últimos se convirtieron en poderosos cazadores dominando las praderas gracias al uso de caballos.

Así pues, cierto día un anciano líder de los Lakhota decidió subir a la montaña en busca de sabiduría y conocimiento en forma de visiones, que luego transmitiría a su pueblo de viva voz. Allí, en la cima de la montaña el gran espíritu Iktómi, maestro de la sabiduría, se le apareció al anciano líder, adoptando la forma de una araña.

Iktómi habló con el viejo en el lenguaje sagrado que solo los líderes de las tribus entendían, sobre la vida y otras verdades. Así pues, le contó al anciano que la vida es un círculo que se repite pero a su vez continúa en constante movimiento a medida que las personas nacen una y otra vez en diferentes épocas. Mientras hablaba, el espíritu sabio comenzó a tejer un circulo tomando el pelo y las plumas del penacho del viejo líder.

«Todos nosotros tenemos muchas caras cada vez que nacemos, y algunos de nosotros somos buenos y malos. Debes recordar que debes solo preocuparte por las cosas buenas y las personas buenas. Si haces eso, el bien te guiará. Pero si solo te concentras en las cosas malas nunca nada bueno se cruzará en tu camino. Entonces las cosas malas te lastimarán y alejarán tu felicidad. Después de todo, muchas son las fuerzas que gobiernan esos territorios.

La armonía de nuestras vidas depende de muchos factores. Muchas de esas fuerzas tienen un papel que desempeñar en esta armonía cósmica. Pero debes ser conscientes que es el propio pueblo quien elige qué fuerza decidirá su armonía. Si escuchas las cosas malas, sucederán cosas malas. Pero si escuchas las cosas buenas, sucederán cosas buenas”.

Mientras la araña sabia hablaba, hizo un círculo perfecto pero lo comenzó de adentro hacia afuera lo que produjo un agujero en el centro del círculo. Entonces la araña siguió hablando.

“Esta red de hilos atrapará las cosas buenas si crees en el bien. Y las cosas malas saldrán por el agujero del medio. Y si crees en las cosas malas, las cosas malas se quedarán y las cosas buenas se irán de en medio, Úsala para ayudarte a ti mismo y a tu gente, es poderosa y puede retener visiones y sueños”.

Con esto Iktómi desapareció dejando al anciano líder agradecido e iluminado por el obsequio y los consejos recibidos. De inmediato emprendió la cuesta hacia abajo de la montaña para regresar a su pueblo y transmitirles la recién adquirida sabiduría. Como consecuencia, las tribus comenzaron a usar los atrapasueños concentrándose en su poder positivo para retener siempre lo bueno en sus vidas.

La Batalla Eterna (Leyenda Nórdica)

Hjadningavíg (la batalla de los Heodenings ), la «leyenda de Hedinn y Högn» o la «saga de Hild» es una antigua  leyenda escandinava de la mitología nórdica sobre la batalla eterna entre dos poderosos guerreros.

Narra la leyenda que Hedinn, hijo de Hjarrandi, rey de Serkland, era un gran guerrero quién, a través de sus conquistas, había conseguido someter a veinte reyes, de los que recibía tributo anualmente. Un día de invierno, mientras se encontraba cazando, descubrió en medio del bosque a una hermosa mujer que dijo llamarse Göndul. Aquella enigmática mujer le preguntó acerca de sus hazañas y Hedinn procedió a contarle cómo se había convertido en el gran guerrero que era. Al finalizar su relato, Hedinn le preguntó si ella era capaz de mencionar a alguien tan poderoso como él. Para su sorpresa, Göndul respondió que sí, que Hogni («protector»), rey de Dinamarca, podía igualarlo en proezas. Entonces, Hedinn decidió que debía visitar a Hogni para poner a prueba quién de los dos era el mejor guerrero.

Al llegar la primavera, Hedinn partió hacia Dinamarca a bordo de su barco, acompañado de trescientos hombres. Al llegar a su destino, Hogni lo recibió cordialmente y organizó un banquete en su honor. Cuando Hogni le preguntó acerca del motivo de su viaje, Hedinn respondió que su objetivo era poner a prueba quién de los dos era el más poderoso. Hogni aceptó el reto y al día siguiente comenzaron las competencias. Se enfrentaron en natación, tiro al blanco, esgrima y cuanto deporte era conocido por los vikingos. En todas las competencias, sin embargo, ambos hombres quedaron siempre parejos, por lo que resultaba imposible decidir quién era el mejor guerrero. Entonces, ambos hombres decidieron convertirse en hermanos de sangre y compartirlo todo.

Poco tiempo después, Hogni partió en un largo viaje y Hedinn quedó a cargo de su reino. Habiendo salido a cazar, como era su costumbre, Hedinn encontró nuevamente a Göndul en medio del bosque. Ante su sorpresa, la mujer le ofreció beber de un cuerno. Ya que se encontraba cansado y sediento, Hedinn aceptó beber, pero al poco tiempo se encontraba extrañamente borracho. Göndul entonces le preguntó si había logrado superar a Hogni, tras lo cual él le contó el resultado de la competencia y que había decidido que Hogni era su igual. Göndul se río de su respuesta y le dijo que Hogni era en efecto más grande que él porque estaba casado y tenía una hija, mientras que Hedinn aún permanecía soltero. Hedinn entonces respondió que podía pedirle a Hogni la mano de su hija y entonces ambos serían iguales en grandeza. La mujer respondió entonces que aun así Hogni seguiría siendo más grande, ya que se convertiría en su suegro. Ante la perplejidad de Hedinn, Göndul le dijo que la única forma de convertirse en el mejor guerrero era secuestrar a Hildr, la hija de Hogni, y dar muerte a su esposa. Borracho como estaba, Hedinn decidió seguir el consejo de la mujer.

Inmediatamente, dio órdenes a sus hombres de que prepararan su barco para partir de regreso a Serkland. Cuando todo estuvo listo, tomó a Hildr y a Hervör, la esposa de Hogni, y las obligó a subir a su barco. En ausencia de Hogni nadie se atrevió a oponerle resistencia. Hildr le suplicó que desistiera, ya que Hogni estaría más que contento de entregarle su mano, pero Hedinn entonces tomó a Hervör y ordenó a sus hombres que la ataran en el suelo, justo frente a la proa del barco. Al zarpar, el barco partió en dos el cuerpo de la pobre mujer.

Hedinn entonces decidió ir en busca de Göndul. La encontró en el mismo lugar donde la había visto la última vez y ella, una vez más, le invitó a beber. Mientras caía dormido en el regazo de Göndul, ésta maldijo a Hedinn por lo que había hecho. Al despertar, descubrió que la mujer había desaparecido y, dándose cuenta de las maldades que había cometido, zarpó de inmediato, pero no se atrevió a volver a casa.

Poco tiempo después, Hogni regresó a su hogar. Al enterarse de lo ocurrido a su esposa e hija, dio de inmediato la orden a sus hombres de prepararse para zarpar. Después de mucho buscar, finalmente divisó las velas del barco de Hedinn en la costa de la isla de Hoy, en Escocia, donde éste le esperaba con su ejército. Hogni desembarcó, pero fue recibido cordialmente porsu hija Hildr quién se presentó conciliadora y dió la bienvenida a su padre diciendo que no había recibido mal trato o daño alguno, acto seguido le ofreció la paz y un collar en nombre de Hedinn. Hogni, encolerizado como estaba, no deseaba la paz y ya había desenvainado su espada Dáinsleif («legado de Dainn») incluso antes de ver a su hija o a su rival, la cual estaba sujeta a una maldición ya que una vez desenvainada debía causar la muerte de un hombre, jamás erraba el blanco y provocaba heridas que nunca sanaban. A pesar de que Heddinn ofreció oro para compensar el rapto de su hija y la muerte de su esposa, Hogni no quiso transigir y al día siguiente comenzó la batalla.

A lo largo de todo el día, ambos ejércitos se enfrentaron, pero sin que ninguno lograra la victoria. Al atardecer, tanto Hogni como Heldinn regresaron a sus campamentos, pero Hildr permaneció en el campo de batalla. Compadecida por el gran número de muertos, la princesa reclamó que Freya no se llevase con sus valkirias a aquellos que habían caído tan estúpidamente por su causa, y con ayuda de la diosa utilizó poderosos conjuros para traer a la vida nuevamente a los guerreros caídos de ambos bandos. Así que, en cuanto los dos caudillos vieron a sus tropas frescas al amanecer del día siguiente la lucha se reinició, pero después de la batalla cada atardecer Hildr devolvía la vida a todos los muertos. De esta forma, la batalla entre Hogni y Hedinn continuará reanudándose cada nuevo día, gracias a los poderes de Hildr, hasta que llegue el Ragnarök.