Archivo de la categoría: Reflexiones y Humor

Humor

En diciembre, un sábado por la mañana, afuera de un conocido centro comercial repleto de gente haciendo compras, vi en la explanada del estacionamiento que dos hombres se estaban disputando el último carrito de compras. Cada uno sujetaba un extremo del carrito y tiraba de él con fuerza. Había escuchado que en temporada de ofertas y rebajas las cosas podían ponerse mal entre los clientes pero nunca imaginé llegar a ver un pleito por un carrito.

Con cautela me acerqué un poco a los sujetos, pero no alcanzaba a oír lo que decían. Solo se escuchaban los gemidos que hacía cada uno por el esfuerzo de quedarse con el carrito. Pensé en llamar al personal de seguridad o al gerente, pues los jaloneos parecían cada vez más serios. Cuando por fin me acerqué lo suficiente para entender sus palabras, el carrito se dividió en dos y, sonriendo, agotado, uno de los hombres le dijo al otro:

—»¡Uff!¡Muchas gracias por ayudarme  a separarlos! Yo no habría podido hacerlo solo. Parece que tenían días atascados.»

Y yo pensando mal del prójimo… ¿Te ha pasado?

Humor

Manuelito es un niño de 7 años que vive con su madre y su abuela, ambas señoras muy bellas, aunque con algunos kilos de más, kilos que la dieta de la luna, los repollos polacos y otros remedios no han sido capaces de combatir.

Un día mientras la tía Estela estaba de visita y las tres señoras conversaban animadamente sobre fajas, dietas y nuevos «remedios infalibles» para perder peso, a Manuelito se le cayó un diente de leche. El niño muy contento corrió a mostrarselo a todos en casa como si fuese un trofeo. Todas, entre risas, lo felicitaron por su diente, clara prueba de que se estaba haciendo mayor. Después de presumir su nueva ventana bucal y la pieza caída, lleno de ilusión corrió a ponerla debajo de la almohada.

-¿Para qué lo guardas ahí? – preguntó la tía Estela

-Pues para que cuando venga el ratón de los dientes se lo lleve y me deje unas monedas- respondió muy contento Manuelito.

Las tres señoras se soltaron a carcajadas ante la ocurrencia del niño.

-Mira Manuelito- dijo la abuela con mucho cariño y una amplia sonrisa en su rostro- el ratón de los dientes es una fantasía, no existe, así que no va a venir a llevarse tu diente y a dejarte dinero. Ya es tiempo de que dejes de creer en esas ilusiones ahora que te estas haciendo mayor. Me parece que ya estás grande para empezar a enterarte de que algunas cosas no son ciertas.

Manuelito guardó silencio un momento ante las palabras de la abuela llenas de realidad, y luego le contestó:

-A ver abue, entonces explícame ¿porqué ustedes tres si ya son mayores, todavía siguen creyendo que las fajas y Herbalife las van a volver flacas?

De nuevo estallaron las carcajadas de las tres señoras. Aquella noche, acordaron en secreto dejar bajo la almohada de Manuelito algunas monedas a cambio del diente. Aprendieron que todos necesitamos seguir creyendo en alguna que otra fantasía aunque seamos adultos, y eso incluye los remedios para bajar de peso. Así que nunca rompas la ilusión de un niño y deja que crea en el ratón de los dientes, seguramente tú también crees en Herbalife o en cosas similares y nadie te rompe la ilusión.

Reflexiones

¿Qué es la voluntad? Etimológicamente la palabra voluntad procede del latín voluntas, que significa querer; un diccionario la define como «la facultad o capacidad humana para aceptar y rechazar algunas cosas para tomar decisiones y obrar de una manera adecuada», o bien simplemente como la intención de hacer una cosa. Sin embargo en un plano más práctico la voluntad es apostar por algo que nos ilusiona que se encuentra en la lejanía, y a lo que llegaremos solo con esfuerzo y paciencia.

Como dice Mireia Cabero, psicóloga y profesora de la UOC (Universitat Oberta de Calalunya, por sus siglas en Catalán): “Si necesito activar mi fuerza de voluntad es porque quiero conseguir algo que con mis hábitos cotidianos no conseguiría y necesito activar un sistema de esfuerzo para lograrlo; así que cuando activas la fuerza de voluntad hay un esfuerzo y un desgaste importante. De modo que activémosla cuando tenga un sentido para ti lo que buscas conseguir a posteriori”.

Y es que cuando la voluntad ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir nuestros deseos e ideales, constituyendo esa fuerza motriz tan necesaria que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades, superando los obstáculos. Por ello, como señala el psiquiatra español Enrique Rojas, los dos ingredientes más importantes de la fuerza de voluntad son la motivación y la ilusión. Cuando cada alma tiene suficiente motivación e ilusión en su interior, la fuerza de voluntad que emane de ella será tan intensa e imparable, potenciará sus pensamientos y acciones, que nada le impedirá alcanzar las metas fijadas, sin importar la capacidad corporal con la que cuente (fuerza física, tamaño, etc.) Esto es lo que en esencia Gandhi quiso transmitirnos con esta célebre frase «La fuerza no vienen de la capacidad corporal sino de la voluntad del alma».

Y a ti amigo lector, ¿Qué te motiva a superar los obstáculos? ¿Cuál es la meta que te ilusiona alcanzar? ¿Qué tan fuerte es la voluntad de tu alma? Cuéntame.

Humor

En Los Ángeles un hombre llamado César tuvo que faltar a su trabajo para acudir a la corte debido a una pequeña infracción de tránsito. Mientras esperaba varias horas a que atendieran su caso, comenzó a impacientarse. Cuando por fin oye su nombre, de inmediato se pone de pie frente al juez, solo para oír que la corte descansaría el resto de la tarde y lo llamarán hasta el día siguiente.

—¡Maldición, no es posible! —exclama César tan molesto que golpea el estrado.

El juez, irritado por el tedioso día de trabajo que ha tenido, grita:

—¡Veinte dólares de multa por maldecir dentro de la corte! ¡Y claro que es posible!

Entonces, el magistrado, al darse cuenta de que el hombre toma su billetera y revisa su interior, añade:

—Bueno pero no debe pagar la multa ahora, puede hacerlo mañana.

—Un momento por favor, señor juez —responde César—. Estoy viendo si me alcanza para maldecir otras tres veces más.

Reflexiones

Es viernes por la tarde y Silvia otra vez cancela su salida con las amigas, es la tercera vez en el mes que las deja plantadas. Tampoco ha ido con la misma frecuencia que antes a casa de sus padres, ni ha contestado las llamadas de ninguno de sus seres queridos. En los últimos meses se ha distanciado emocionalmente de todos los que le rodean. Ni sus amigas ni su familia ni compañeros del trabajo comprenden qué es lo que pasa con ella. Algunos han empezado a sentir que les rechaza deliberadamente y esto les duele, especialmente porque desconocen los motivos de la conducta de Silvia. Ella por el contario poco a poco ha ido sintiendo que ya no encaja más en la vida de los demás, se considera a sí misma una persona aburrida aparte de que cualquier posibilidad de burla hacia su persona le parece insoportable así que prefiere no exponerse, poniendo tierra de por medio. Pero en realidad lo que sucede es que tiene un infundado miedo al rechazo, y para protegerse de ese supuesto rechazo se ha escondido tras un escudo de distanciamiento físico y emocional, fracturando con esto las buenas relaciones que hasta hace algún tiempo tenía.

Encerrarse en sí mismo, rechazar la compañía de otros, negarse a aceptar una mano amiga y en general aislarse emocionalmente del resto del mundo constituyen a menudo un escudo comúnmente usado para auto protegerse de la posibilidad de ser lastimados o rechazados por otros en el plano sentimental. Pero este escudo a veces hace más daño que «las lanzas» creadas para defenderse. En ocasiones las barreras emocionales que construimos al rededor nuestro por temor al rechazo, lastiman más que las agresiones directas, no solo a quién levanta dichas barreras sino también a quienes excluye.

Si bien es cierto que en tiempos de pandemia se ha recomendado el distanciamiento social y físico, no es lo mismo el distanciamiento emocional provocado a propósito de rechazar a los demás. Así que si poco a poco te vas encerrando en ti mismo, sintiéndote menos válido y apto, cuanto más te aísles, perderás más habilidades sociales y el daño será peor para ti y para tus seres queridos. En ocasiones, la pereza, la tristeza y diversos sentimientos negativos pueden llevarnos a decir “no” a una salida con amigos pero también pueden ocultar un miedo, algo que queremos evitar y que al mismo tiempo no queremos ver ni solucionar.

En el caso de Silvia, ella pasó por una experiencia de ruptura amorosa que no supo cómo manejar, ocasionando como mecanismo de defensa el rechazo en general, incluidos quienes no tuvieron nada que ver en el asunto.

¿Te ha pasado algo parecido? ¿Te han herido o lastimado? Al igual que Silvia ¿Pones  excusas  para aislarte de los demás porque te dices a ti mismo que no tienes ganas de verlos cuando, en realidad, lo que tienes es miedo? No cometas los mismos errores que Silvia, déjate ayudar y no lastimes con tus escudos a quienes quieren estar cerca de ti.

Humor

Cierto viernes el famoso investigador británico Sherlock Holmes y su compañero de aventuras, el doctor Watson se van de campamento a las afueras de la ciudad para respirar el aire puro del campo. Tras disfrutar una apetitosa cena y una botella de vino, satisfechos se van a dormir a su tienda de campaña. Sin embargo, un par de horas después Holmes despierta y le da un empujón con el codo a su fiel amigo;

—Watson, mira el cielo y dime qué es lo que ves —le dice.

—Veo millones y millones de estrellas, Holmes —responde Watson.

—¿Y qué puedes deducir de ello?

Watson se queda pensativo unos momentos, y luego contesta:

—Bueno, astronómicamente, deduzco que hay millones de galaxias y probablemente miles de millones de planetas. Astrológicamente, puedo ver que Saturno está en Leo. Horológicamente, diría que son alrededor de las 3:15 de la madrugada. Meteorológicamente, me parece que mañana habrá un día esplendoroso. Teológicamente, comprendo que Dios es todopoderoso y que nosotros sólo somos una parte insignificante del universo. Y usted, Holmes, ¿qué es lo que deduce?

Holmes permanece en silencio unos instantes, y después exclama en tono enfurecido:

—¡Que eres un completo idiota, Watson! ¡Alguien nos robó la tienda de campaña mientras dormíamos!                          

No hay duda de que la delincuencia sorprende hasta al más listo, y las tonterías… pues también. Elemental mi querido lector.