Era un cautivo beso enamorado de una mano de nieve que tenía la apariencia de un lirio desmayado y el palpitar de un ave en la agonía. Y sucedió que un día aquella mano suave de palidez de cirio, de languidez de lirio, de palpitar de ave, se acercó tanto a la prisión del beso, que ya no pudo más el pobre preso y se escapó; mas con voluble giro, huyó la mano hasta el confín lejano, y el beso que volaba tras la mano, rompiendo el aire, se volvió suspiro
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Mi Vida Es El Silencio De Una Espera (Francisco Villaespesa)
Mi vida es el silencio de una espera... Se escapa de mis ojos la mirada, ansiando contemplar la sombra amada que en otros tiempos a mi lado viera. La mano palpa, cual si presintiera negrear en la atmósfera callada la seda tibia de su destrenzada, profusa y olorosa cabellera. Mi oído de impaciencia se estremece, un olor a algo suyo el viento exhala... -¿Estás ya aquí? -le digo, y me parece que «Aquí estoy», dulcemente, me contesta aquella voz que pasa como un ala rozando fugitiva la floresta.
Sombra (Rafael Obligado)
¿Has podido dudar del alma mía? ¿De mí que nunca de tu amor dudé? ¡Dudar! ¡Cuando eres mi naciente día, mi solo orgullo, mi soñado bien! ¡Dudar! ¡Sabiendo que en tu ser reposa cuanta esperanza palpitó en mi ser, y que mis sueños de color de rosa el ala inclinan a besar tu sien! Por eso, lleno de profundo anhelo, me oyó la tarde, divagando ayer, decir al valle, preguntar al cielo: ¿Por qué ha dudado de mi amor, por qué? La luz rosada de la tarde bella, huyó a mis pasos para no volver; y la naciente, luminosa estrella, veló sus rayos para huir también. Y mudo, triste, solitario, errante, el alma enferma, por primera vez, hundí en la sombra, y se apagó un instante la luz celeste de mi antigua fe. Perdido en medio de la noche en calma, brumoso el río que nos vio nacer, de alzar el vuelo a la región del alma sentí la viva, la profunda sed. ¡Fugaz deseo! Tu inmortal cariño ardió en la noche, y en su llama cruel la mariposa de mi amor de niño quemó sus alas y cayó a tus pies.
Sueño (Ángel Ganivet)
¡Es cierto! Todo se me fue soñado. Mas déjame soñar, que el sueño es bueno. ¡Cuánta angustia que pudo ser veneno del alma triste se me fue soñando! Toda la vida se me va en un sueño que no he de ver hecho palabra un día. ¡Y sin embargo sueño todavía, pues si mi vida es algo, es porque sueño! Nada más que por eso; y porque alcanza el cielo, claro almendro florecido. De este modo mantengo mi esperanza con su cirio eucarístico encendido. Déjame ¡oh Dios! Que duerma y sueñe ahora que estoy para sufrir siempre despierto. ¡Hoy este sueño el corazón me dora, y haz que me lleve a ti después de muerto.
Que El Amor No Admite Cuerdas Reflexiones (Rubén Darío)
Señora, Amor es violento, y cuando nos transfigura nos enciende el pensamiento la locura. No pidas paz a mis brazos que a los tuyos tienen presos: son de guerra mis abrazos y son de incendio mis besos; y sería vano intento el tornar mi mente obscura si me enciende el pensamiento la locura. Clara está la mente mía de llamas de amor, señora, como la tienda del día o el palacio de la aurora. Y el perfume de tu ungüento te persigue mi ventura, y me enciende el pensamiento la locura. Mi gozo tu paladar rico panal conceptúa, como en el santo Cantar: Mel et lac sub lingua tua. La delicia de tu aliento en tan fino vaso apura, y me enciende el pensamiento la locura.
De Una Reflexión Cuerda (Sor Juana Inés De la Cruz)
Con el dolor de la mortal herida, de un agravio de amor me lamentaba, y por ver si la muerte se llegaba procuraba que fuese más crecida. Toda en el mal el alma divertida, pena por pena su dolor sumaba, y en cada circunstancia ponderaba que sobraban mil muertes a una vida. Y cuando, al golpe de uno y otro tiro rendido el corazón, daba penoso señas de dar el último suspiro, no sé con qué destino prodigioso volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro? ¿Quién en amor ha sido más dichoso?