La Basa de la Mora, oficialmente conocido como «Ibón de Plan», es un lago de agua de glaciar ubicado en el Pirineo aragonés, a casi 2000 metros de altitud, entre los pueblos de Plan y Saravillo, conocido por los montañistas y amantes del turismo rural. Tras este bello paraje hay una de las leyendas más curiosas del folclore de Aragón, que nos remonta a la Edad Media.
Se dice que en la época en la que el dominio de los árabes se extendía por la mayor parte de la Península Ibérica, llegando prácticamente hasta Aínsa, a las puertas del Pirineo, una princesa mora fue emboscada por las tropas cristianas y, tras perder a su séquito a manos de los enemigos, empezó a correr monte arriba, confiando en que la maleza y el tupido bosque la ayudarían a escapar.
Tras varias horas tratando de burlar a los cristianos camuflándose con la vegetación y avanzando sin apenas despegarse del suelo, la princesa llegó a un lugar en el que la montaña perdía su verticalidad y podía seguir avanzando ahorrando fuerzas, por lo que decidió seguir por ese lado. Sin embargo, al continuar sin atreverse a alzar la mirada para ver por dónde iba, cuando se dio cuenta de que empezaba a rodearla una masa de agua totalmente transparente y casi helada ya era tarde; la princesa terminó en el lago de montaña, donde tan solo los picos a su alrededor fueron testigos de cómo se ahogaba.
Muchos siglos después, se dice que en el anochecer de la vigilia de San Juan, cualquier persona de corazón puro que suba a la Basa de la Mora y se lave la cara en sus aguas, puede ver a la princesa bailando sobre su superficie cristalina, cubierta por varias serpientes.