La Flor Cuetlaxóchitl (Leyenda Náhuatl)

Al norte del territorio de Taxco, cerca de un poblado llamado Cuetlaxochitlán, cuenta la leyenda que creció un arbusto de bellas flores blancas después de una cruenta batalla en la cual los mexicas derrotaron a los chontales y los diezmaron. Las flores sin razón alguna, se marchitaron, y los vencedores optaron por llamarla simplemente «flor que se marchita». Cuando llegó el tiempo de la siguiente floración, durante los meses de noviembre y diciembre, los arbustos se cubrieron de flores de un hermoso color rojo debido a la sangre derramada por los vencidos chontales en el campo de batalla. Esto fue del agrado del Dios de la guerra, Huitzilopochtli, quién decidió adornarse con guirnaldas, sartales, y collares elaborados con esta flor.

Fue así que la cuetlaxóchitl comenzó a aparecer en casi todas las fiestas sagradas mexicas, sobre todo en la denominada Tlaxochimaco, celebrada en el noveno mes del año mexica y dedicada a Huitzilopochtli.

Con la llegada de los españoles, la flor adquirió el nombre de Flor de nochebuena y perdió el apelativo náhuatl.

Sin embargo, para los aztecas esta flor simboliza la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla. Se pensaba que la flor tenía la facultad de regresar a la Tierra en forma de mariposas o colibríes para chupar el néctar de la cuetlaxóchitl. Por esta razón, se la ponía en las ofrendas mortuorias dedicadas a los guerreros muertos en el cumplimiento de su deber.

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