Quetzalcóatl, La Serpiente Emplumada (Leyenda Tolteca)

Se dice que después de la creación del universo, en el mundo Tolteca los dioses aceptaban con mucho agrado los sacrificios humanos, pagados como tributo en grandes templos hechos de piedra en honor a cada deidad. Sin embargo uno de los cinco dioses mayores, señores del universo, no estaba contento con dichas ofrendas de sangre. Se trataba ni más ni menos del majestuoso dios cuyo nombre significa serpiente emplumada (por su apariencia celestial), el gran dios Quetzalcóatl, hijo de los dioses Ometecuhtli y Omecíhuatl.

Ante su inconformidad con tanto derramamiento de sangre, el dios Quetzalcóatl transformado en un hombre de apariencia rubicunda, alto y de barba larga, decidió bajar a la tierra, específicamente a la ciudad de Tollan actualmente conocida como Tula, para detener lo que sería el último sacrificio.

De manera que una vez en la tierra, compartió con los hombres muchos de los conocimientos que solo poseían las deidades. Así que les enseñó la agricultura y a cultivar el maíz, la escritura, la astronomía, además de alfarería, orfebrería, más artes y otros oficios. Todas sus enseñanzas fueron recogidas en un compendio de escritos llamado Huehetlahtolli que significa «Antiguas Palabras», el cuál se transmitía como parte de la tradición oral de padres a hijos. Fue así que bajo la tutela del gran dios la civilización tolteca comenzó a florecer y prosperar. En cuanto a los sacrificios humanos, no solo los prohibió sino que los cambió por ofrendas de liberación de aves y mariposas en lo alto de los templos.

Pero la prosperidad y felicidad no pueden durar para siempre. Cuando los demás dioses vieron esto, y que Quetzalcóatl era muy amado y admirado entre los hombres, llenos de celos decidieron poner fin al maravilloso período que vivían los Toltecas. Fue entonces que Tezcatlipoca, el dios de la oscuridad y hermano gemelo malvado de Quetzalcóatl, se propuso engañarlo para hacerlo incurrir en faltas morales y alejarlo de la vida espiritual y el sacerdocio.

Tezcatlipoca descendió a la tierra en el hilo de una araña y, como era un cambiaformas, hábilmente se disfrazó de un anciano forastero que deseaba conocer al dios. Con mentiras se las ingenió para llegar al templo donde Quetzalcóatl servía como sacerdote, burlando a todos los sirvientes que restringían el acceso al amado dios. Aprovechando que Quetzalcóatl ya llevaba mucho tiempo en su forma humana y ahora estaba viejo y enfermo, Tezcatlipoca le ofreció una «medicina» milagrosa para curar todos sus males, el pulque. Aunque al principio Quetzalcóatl se negó a aceptar la bebida, fue tanta la insistencia y los embustes del malvado Señor de la oscuridad, que terminó aceptándola.

Y el pulque logró el cometido que Tezcatlipoca anhelaba. La bebida embotó los sentidos del dios serpiente y causó una conmoción en sus inclinaciones más intimas, provocando que hiciera a un lado sus respectivos deberes sacerdotales, como son la penitencia y la castidad. Con el juicio nublado y su voluntad sometida por la bebida, el hasta entonces casto Quetzalcóatl se embriagó en un lugar sagrado, y mandó traer a una bella sacerdotisa, quién también tenía votos de castidad, y tuvo relaciones sexuales con ella ahí en el templo. Algunas versiones dicen que esta sacerdotisa era una de las hermanas del dios, lo cual agravaba todavía más la situación.

A la mañana siguiente, cuando el dios recuperó la cordura y se dio cuenta de todos sus excesos a causa de su borrachera la noche anterior, se sintió muy avergonzado de sus acciones. La leyenda dice que lloró amargamente sin obtener consuelo, y su alma se entristeció profundamente a causa de los remordimientos. Las faltas que cometió lo llevaron a sentirse indigno del respeto del pueblo, y de su divinidad. Avergonzado, decidió alejarse de la tierra y de los Toltecas. A pesar de los ruegos de los hombres para que no se marchara, Quetzalcóatl estaba decidido a recluirse en el cielo hasta volver a ser digno de la veneración que le profesaban, y del sacerdocio que manchó con su conducta desenfrenada. Entonces un grupo de sus seguidores lo acompañaron hasta el cerro de Coatepec desde donde con mucha congoja se despidió de ellos, y de la humanidad en general.

Pero la estima y el afecto que los hombres sentían por él era grande, así que le preguntaron cuándo volvería a reunirse con ellos, a lo que Quetzalcóatl respondió que eso sucedería cuando el quinto sol apareciera en el horizonte. Como el corazón de los hombres no entendía le pidieron una señal para saber cuándo este quinto sol ya se instalaba en el cielo, y otra señal para reconocer a su amado Señor. Ante esto el dios serpiente les respondió trazando en el aire unos ademanes mágicos haciendo surgir del cerro Citlaltépetl (ahora conocido como Pico de Orizaba), una erupción luminosa en forma de serpiente emplumada. Esta serpiente de luz a su vez se unió en el firmamento a la brillante estrella Citlalit, haciéndola todavía más brillante. Entonces les dijo que de ese momento en adelante vigilaran esa estrella ya que ella les indicaría el tiempo de su regreso, y la llamó Tlahuixcalpantlecutli que significa Señor que anuncia la venida del Sol. Otras versiones de la leyenda cuentan que Quetzalcóatl solo se subió a una barca y se alejó en el mar, ascendiendo al cielo convertido en una estrella, la cual se posó sobre el Citlaltépetl para luego sumergirse dentro del cráter del volcán.

Sin embargo hay quienes afirman que antes de ascender al cielo, Quetzalcóatl se atavió con oro y piedras preciosas, encendió una gran hoguera y se arrojó en ella. Al ver esto, todos los pájaros de hermosos colores se lanzaron para seguirlo y morir con él, terminando así con su existencia carnal. Una vez que las llamas lo consumieron todo y se redujo a cenizas, con gran estruendo un temblor sacudió las cenizas de lo que había sido su corazón humano. Cuentan que justo de ahí, de las cenizas de su corazón, brotaron llenas de luz y colorido envueltas en fuego, las plumas de todas las aves que con Quetzalcóatl murieron, formando parte de un brillante astro en forma serpiente. Fue así como la resplandeciente y majestuosa serpiente emplumada ascendió al firmamento para retornar a su morada celestial, donde paciente aguarda regresar en la era del quinto sol tal como lo prometió a los Toltecas.

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