-¡Señor Juez, un malvado, un asesino,
un pérfido, un traidor,
robóme la paz de mi destino...!
-¿Robó, decís?
-¡Mi amor!
-¿Cuál es su crimen?
-Inocente y puro
mi corazón le di...
-¡Tu corazón!
_¡Creédme, señor Juez, que yo os lo juro!
_¡Castigadlo, señor!
-¿Pero, el delito?
_Engañador y falso
despedazólo cruel.
¡Las horribles tinieblas de un cadalzo
no bastan, señor Juez!
-¡Deliras, infeliz. A un magistrado
hablándole de amor!
-¡Oh, ¿le daréis la muerte? Ved que es poco
comparado a su crimen tan atroz.
Una muerte...Mil muertes no alcanzaban
a purgar su delito, señor Juez.
¡Matar la fe y el porvenir bendito
de una infeliz mujer!
-¡Vete en paz, desdichada! Las pasiones
no las juzgan los hombres sino Dios.
¡Matar el cuerpo es crimen en la tierra,
matar el alma, no!